Su nombre, Edscottita. Sus padres, aún desconocidos
Un pequeño viaje al pasado
Esta meteórica historia comienza en un agitado 1951. Por aquel entonces los acontecimientos que hoy son historia estaban forjándose a un trepidante ritmo. Muchos eran los centrifugados eventuales internos en la Tierra pero no solo destacaban los internos. Allá afuera también se sucedían incontables acontecimientos… ¿A dónde voy? Entre tanto nos visitaban de forma esporádica como lo siguen haciendo, algunos meteoritos. Alguno de esos fragmentos viajeros nómadas fue interceptado por el entrenado ojo de algunos científicos en Australia. El hallazgo se realizó en un humilde costado de la carretera cerca de la localidad de Wedderburn.
Se trataba de un fragmento de aproximadamente 210 gramos de masa y de dimensiones comparables a una pelota de tenis. Este pedazo rocoso extraterrestre fue acogido con intriga por los científicos. Ellos los estudiaron por lustros completando todo un interesante perfil detrás de semejante elemento. Lo estudiaron tanto que acabaron reduciendo el fragmento a un tercio intacto… y dejándolo en unos míseros 71 gramos. En cualquier caso, donde caben 2 caben 3 y donde queda 1/2 queda 1/3 y ya no sé que digo pero sirviéndose de esa reducida cantidad lograron protagonizar otro gran descubrimiento.
De todos los equipos de científicos y investigadores que trataron con la roca hubo diferentes observaciones destacadas pero la que vengo a presentar hoy se produjo luego de que un equipo de investigación estadounidense se llevara una pequeñísima porción de los 71 gramos en el año 2018.
El equipo
Ese equipo eran científicos del prestigioso Instituto Tecnológico de California (Caltech) y estaba dirigido por el mineralogista Chi Ma.
El hallazgo
Durante la inmersión exploradora a la que los científicos acostumbran a experimentar observaron un patrón curioso, invadiendo como un parásito la matriz mineral se encontraba una extraña inyección. Se trataba de una delgada forma prolongada, como una especie de astilla. Luego de ser observada por instrumentos avanzados como microscopios repararon en una especie de cristales blancos. Esa porción cristalina era una forma rara de mineral que las bases de datos científicos terrestres ya conocían. Pues el denominado como carburo de hierro había sido obtenido de forma artificial por lo científicos en raras ocasiones pero nunca había sido hallada su presencia «al natural».
Mineral y mina triunfal
Este primer descubrimiento in fraganti marca un punto de inflexión para la relación entre este químico y los científicos, pues ocurre que la suprema denominación de mineral no es un título tan sencillo. Pues el talento mineral debe ser descubierto por los científicos en un estado de no alteración, básicamente, de forma natural.
Y desde este descubrimiento, lo que hasta ahora era una sustancia química más pasa a llamarse y considerarse como mineral. Ahora la «Asociación Internacional de Mineralogía» tiene toda la documentación en regla para dar el visto bueno y empezar a considerar a esta extraña fórmula como un mineral.
Un mineral y todo un exitazo, pues de la friolera de 600.000 «minerales» conocidos, tan solo 6000, que si bien no son pocos, son el 1% del total que realmente son naturales y fueron creados por la naturaleza misma. No es que los humanos en nuestro laboratorio no seamos naturaleza en acción, pero vosotros ya me entendéis.
¿Edscottita?
Así es, ese ha sido el nombre con el que han bautizado a este nuevo mineral, en cariñoso honor al cosmoquímico Edward Scott. Una figura que ha destacado en el campo por ser pionero en la Universidad de Hawaii.
Una recomendación para la acción
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